jueves, 6 de mayo de 2010

De castigos y granitos de arroz

Dos días, sólo pasaron dos días desde que lo vi. Toda una eternidad.

Si no hubiera sido porque Lady Sheila me sacó casi a rastras de la iglesia, habría tenido la oportunidad de ofrecer mi pañuelo.

¿Es que nadie comprende?

Cuando una chica encuentra a su príncipe encantado debe tener la posibilidad de desplegar todos sus encantos para lograr que él quede prendado de ella, o al menos proporcionarle un pañuelito para limpiarse los moquitos.

Pero noooooooooo, a una la sacan a trompicones, tirando por la borda cualquier estrategia de seducción.

Seguro habrá pensado que soy una “Triple T” tonta, torpe y tarada.

¡TRAGAME TIERRA!

Humm, ¡que bien!, dos T más para la colección.

Ah!, pero algo que me enseñó la Tomazita, mi dulce abuelita, es que ¡una chica nunca se rinde!, y si ya le echó el ojo a un prospecto de futuro marido, no debe permitir que nada ni nadie la aleje de su presa…digo… del caballero en cuestión.

Es que se veía tan lindooooo, todo cubierto de yeso y estornudando sin parar… ¡¡todo un galán!!.

Debía averiguar cómo se llama aquel que me quitaba el sueño y como no podía recurrir a ninguna de mis amigas, me aventuré a llamar a Adalberto, el paje nuevo que tía Rebeca había contratado por ser el sobrino de la cocinera.

El brillo que repentinamente apareció en sus ojos cuando mencioné mi interés por el apuesto albañil, llamó mi atención, pero rápidamente deseché el mal presentimiento y le pedí que hiciera lo posible por averiguar el nombre del objeto de mis afectos.

Después de asegurar que sus pesquisas harían quedar como chancay de 20 centavos a la CIA, el FBI y la Interpol, salió más rápido que volando, dejándome con la esperanza de que pronto conocería el nombre de mi amado acatarrado.

Pero, pobre de mí, más pronto que tarde debí darme cuenta de lo ilusa que había sido.

Puedo asegurar que Paulina Rubio demora más en “cantar” (¿?) eso de “Míooooo, ese hombre es míooooo” de lo que el vil traidor tardó en ir con el chisme y desembuchar todo, con pelos y señales, a tía Rebeca.

Y ahora heme aquí, aquí heme, encerrada en la torre del castillo y… contando granos de arroz.

Algunas veces creo que la KGB debió contratar como consultora en jefe a mi tía querida, es que para inventar nuevos métodos de tortura la señora está pintadita!!

Según ella, el manual “Como asegurarse que su sobrina no caiga en las redes de príncipes acatarrados”, especifica claramente que el mejor método para prevenir tamaña desgracia es hacer que la descocada jovencita cuente el contenido de un costal de cincuenta kilos de arroz, granito por granito. Si no apaga las bajas pasiones, al menos tendrá arroz suficiente para hacer paella a la valenciana y alimentar a la aldea entera.

Así que…ciento cuarenta y dos mil cuatrocientos cuarenta, ciento cuarenta y dos mil cuatrocientos cuarenta y uno...

¿Cuantos granos de arroz puede contar una chica antes de usar el cuchillo para mantequilla y hacerse el harakiri?

¡Con Dios como testigo, juro que nunca pasaré hambre otra vez! …(Perdón, es que ayer me desvelé viendo el dvd de Lo que el viento se llevó).

Decía…¡Juro que el vil y rastrero buchón me las pagará!.

Doscientos tres mil cuatrocientos cuatro…



Ahhh me olvidaba, el nombre de mi amado es Andrés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajaajajaaj si hasta penita me dan vos y tus granos de arroz....


besitos

muy buena... lo que va de la historia ;)

Loaxana dijo...

espero que lo que sigue también te guste.