sábado, 26 de junio de 2010

El Gran Escape…


…o ¿Cómo no romperse la crisma bajando de una torre?

escalando la torre
En la oscuridad de la noche, una menuda silueta desciende lentamente por la pared de la torre más alta del castillo…
—Shhhhh, Cuchulito no hagas ruido y permanece quietito que aun nos falta bajar 15 metros más. Y estamos justo al lado de la ventana de tía Rebeca.

Se preguntarán qué hago a medianoche, colgada de la pared de la torre y con Cuchulito a cuestas.  Sólo les puedo decir que un amor insatisfecho y la amenaza de enviarte al remoto Convento de Santa Frígida del Silencio Perpetuo son incentivos más que suficientes para despertar la imaginación de una doncella, de por sí muy imaginativa…demasiado dirían algunos.

Luego que el infame pasquín de doña Zoila llegara a manos de tía Rebeca y que en el castillo estallara la de San Quintín, mi querida pariente, haciendo caso a la sugerencia de sor Ángeles, le encargó hacer  los arreglos para mi pronto traslado a la lejana abadía.  Antes que mi reputación fuera enlodada aún más. caida_escalera

Mientras los preparativos eran ultimados, fui encerrada –nuevamente- en mis habitaciones.  Adalberto, el Enano Maldito, era el encargado de llevarme los alimentos tres veces por día. Cada vez que venía no perdía la oportunidad de dedicarme miraditas socarronas y despectivas.  Por eso no sentí pena alguna cuando al segundo día de mi cautiverio se dio tal batacazo que cayó rodando por las escaleras hasta el primer piso… ¿habrá tenido algo que ver que le diera con la bacinilla de hierro en la cabezota?… naaaaa ese buchón tiene la sesera dura como una roca.

El hecho es que para hacer más trágico mi solitario confinamiento…

«Guau Guau grrr…»

… uy!! perdón Cuchulito, no quise ignorarte, es que eres tan chiquito… «grrrrrr…» -Está bien, está bien, deja de pelarme los dientes, no volveré a mencionar tu tamaño.  Hummm hoy si que estamos muy sensibles no??

En fin, como iba diciendo, al parecer NUESTRO solitario confinamiento se ponía cada vez peor.  Resulta que un virus virulento de catarro catarroso, decidió que no había mejor idea que anidar en este pechito, así que durante días me la pasé en cama, entre toses, estornudos y calenturas (por la fiebre alta!!! no sean mal pensados que ésta su servidora es aún doncella inocente). Así que mi imagen de delicada belleza se fue al tacho junto con los cientos de pañuelitos usados para detener RomeoJulietbyAnnieLeibovitz6el constante flujo de mi nariz, que para estas alturas estaba enorme y colorada… Gracias a Dios que mi príncipe no andaba cerca!!

Al tercer día de mi espantoso estado catarral, Lady Yadi la de la hermosa sonrisa y Lady Yura la de radiante cabellera, llegaron a mis habitaciones llevando consigo una copa con el más delicioso de los elixires.  Mi amado, enterado de mi lamentable situación, se las había ingeniado para contactar con tan valientes damas quienes pese al terrible riesgo que corrían al hacerlo, se habían ofrecido a traerme la pócima preparada por las manitos de mi Príncipe adorado.  Al ver la copa, pensé que había poción más que suficiente para beberla durante tres días, pero grande fue mi sorpresa cuando al acercarla me di cuenta que el contenido con las justas alcanzaba para llenar una cucharita de té…Lady Yadi debió intuir mi confusión porque se apresuró a decir que había tropezado en el escalón 52 de las escaleras…bueeeeno no importa, total un mal paso lo da cualquiera!

No se si habrá sido por los extraordinarios poderes curativos de la deliciosa copa…digo cucharita de pócima, o el hecho de saber que fue aquel que me quita el sueño quien había preparado personalmente el milagroso elixir, que al día siguiente amanecí mucho mejor y con renovadas esperanzas.

Pero qué poco me duraría la alegría.

Sor Ángeles vino  hoy muy temprano para decirme que tenía todo listo para partir mañana rumbo al  remoto convento.  Comprenderán que mi ánimo se tornó alicaído y triste, todo lo veía oscuro y gris, upss perdón, las cortinas estaban cerradas… Como decía, mi futuro no se veía muy promisorio que digamos.  Estaba a punto de tirar la toalla, pensando que no699x437-TW-ArmorTudor1g-sm-16 volvería a ver a mi amado Príncipe, cuando de pronto Cuchulito levantó las orejitas llamando mi atención –lo siento Lady Rossy el cachorro será muy suyo, pero no hay mejor compañero para princesas encerradas y abandonadas a su suerte-. Me asomé a la ventana y lo que vieron estos ojitos que Dios me dio, hizo que llevara mis manos al pecho para tratar de calmar los salvajes latidos de mi corazón.

Era él, síiiii ÉL!!!

Cuando nuestras miradas se encontraron, la distancia dejó de existir y nuestros corazones intercambiaron tiernas promesas de amor eterno.  No sé cuanto tiempo permanecimos así, quietos tan solo mirándonos, pudo ser una eternidad o tan sólo unos pocos instantes, pero no importó. Una vez más éramos él y yo. Nadie más. Sólo los dos.

De pronto el sonido de un carruaje acercándose al castillo rompió el encanto y con una última mirada, él volvió a su caballo y se alejó perdiéndose entre la espesura del bosque.

Eso era justo lo que necesitaba para recuperar el espíritu y los bríos que mis risos pelirrojos proclaman a los cuatro vientos.  Así que ni corta ni perezosa agarré las sábanas de mi cama y las empecé a cortar en tiras larguitas, luego mientras iba elucubrando el plan sobre la marcha, las iba uniendo de tal forma que al poco tiempo tenía una cuerda mas o menos decentona con la cual confiaba podía descolgarme desde mi ventana. Y el escape tenía que ser esta noche, porque ya lo había dicho sor Ángeles, mañana partiríamos al rayar el alba.

Así que aquí me tienen… colgada a la mitad de una pared de 30 metros y con Cuchulito asomando la cabeza del morral.

—Ya voy amado mío, pronto estaremos juntos.

Bueno, San Idelfonso del Corazón Blandito, ya va siendo hora que me des una manito!!