miércoles, 19 de mayo de 2010

Alejen a la Guerrera de la estufa o ¡Sálvese quien pueda!

hhhhhhh!! A buena hora cruzó por mi mente la peregrina idea de tejer algo para que mi adorado tormento cubriera ese pechito acatarrado. Eso sin contar lo que me costó atrapar a la condenada oveja…

Aunque muy pronto entendí que mis padecimientos contando granitos de arroz y mis peripecias con la ovejita, no eran nada comparados con mis intentos de hacer una Lady de la guerrera celta.

Como ya es de conocimiento popular, Lady Sheila recibió el encargo de tía Rebeca de no dejarme sola ni un instante. La verdad, la imagen que proyecta es para hacer temblar hasta al más corajudo de los guardias del castillo, pero pienso que la guerrera no es mala gente, estoy segura que tras esos ojitos claros y bajo todo ese cuero de guerra, en el fondo…muy en el fondo, hay un alma tan dulce como la mermelada de sauco.

La verdad, hay momentos en que mi inquebrantable fe está a punto de salir volando por la ventana. Hoy por ejemplo, Lady Sheila me había regañado no sé ya cuántas veces por no prestar atención a lo que dice. Pero ¿qué tan divertido puede ser escuchar describir, paso por paso, las doscientas treinta y siete mil cuatrocientas formas que su pueblo tiene para cocinar las gachas de avena? ¡Dios! ¡Es que nunca oyeron hablar de los huevitos revueltos con tocino y jamón?

La verdad no debería quejarme, es preferible escuchar su larga perorata sobre el dichoso cereal a tener que probar lo que sus manitos cocinan…

Resulta que al ver a la pobre Lady Sheila más perdida que un pingüino de Humboldt en plena selva tropical, quise intentar hacerla encajar con las otras damas de la corte. Así que tuve la “genial idea” de sugerir que para su cumpleaños,  nos "deleitara" con algún platillo de su lejana tierra.

¿Quién me manda a abrir la bocota? Como decía mi abuelita “calladita te ves más bonita nena”, debí hacerle caso y coserme la lengua.
Pobre de mí, yo que pensaba que todo el asunto de la contabilidad arrocera era lo peor que podía haber sufrido…hasta que probé el “Lutefisk”… No fue hasta que comí un bocado de esa suerte de pescado fermentado y hervido con no sé qué cosas, que entendí el verdadero significado de la palabra tortura.

Resulta que el Lutefisk no es comida ¡Es un arma de destrucción masiva!. Solo diré que el Lutefisk es el intento vikingo de conquistar el mundo (la madre de Lady Sheila es de origen vikingo, eso sumado a la sangre celta que corre por sus venas, explica muy bien sus tendencias guerreras). Cuando descubrieron que las incursiones vikingas no les darían la supremacía mundial, inventaron una comida aterradora y cruel. El arma perfecta para aterrorizar a la gente y esclavizarla.

Así que, aquí estoy en mi habitación de la torre, sola y sin más compañía que Cuchulito, el cachorro de Lady Rosana. Espero que, algún día...snif,snif..., las damas de la corte me perdonen  por permitir a Lady Sheila asesinar sus papilas gustativas con el dichoso menjurje.

Mejor me pongo con lo del tejido, todo sea para que mi amado tenga con qué cubrir su real cogote…Uno derecho…lazada…uno revés…lazada, ¿o eran dos derecho y uno revés?...  ¿o dos lazadas y tres revés?

¡Martha Stewart ¿dónde estás cuando te necesito?!

3 comentarios:

J.P. Alexander dijo...

Siempre me hacen reir les mando un beso sigan escribiendo

loaxana dijo...

Tenemos cuerda para rato nena y mientras recibamos tan lindos comentarios no pararemos, gracias por leernos

PaTiTo dijo...

jajjajajajaj como siempre, me ha encantado ;)